lunes, 26 de octubre de 2009

"Reflejos"

"Reflejos engañosos
se ofrecen
a la conciencia dormida...
¡Mundo de pesadilla y
de eternas brumas,
dónde el sol
siempre se oculta
en permanente ocaso!
Donde el horizonte,
apenas presentido,
vagamente se esfuma
en mi retina...
Y tú...,
alma blanca
que te extravías
en estos páramos
de silencios
sin vida...
¿Qué buscas en mis sueños?
¡Tus albas plumas
serviran, pues, de tálamo
para mi agonía!
¡Sal de mi epitáfio!
¡Vete!...
¡Huye,
ahora que es tiempo
y antes de que éste
se escriba!..."

viernes, 23 de octubre de 2009

"Octubre"

En octubre hizo un año
que cargaba en su alma la pena.
Ni una noticia,
ni un solo pálpito
se deslizó tras su llanto
callado, en la arena.

Llegaba todas las tardes
a la triste caída del sol en poniente.
Los ojos perdidos,
hundidos los pies
en la espuma, testigo
de su mirada ausente.

Y allá, hacia el mismo horizonte
que un día aciago se llevó su vida,
serenos los pasos,
sonrisa tranquila,
se fue en silencio, una tarde de octubre,
tras su esperanza perdida...

"La ronda de los amantes"

Frías lágrimas incesantes
anegan la tierra mojada
bajo luminarias mortecinas
en cuyas candentes vitrinas
los suspiros se evaporan.

Espíritus en cuyas rutinas
ninguna traicion deploran,
recitan el amor perdido
que en el tiempo detenido
repiten hora tras hora.

Cada juramento incumplido
tras promesa aduladora
con ritual penitente
en un eco delicuescente
confiesan en la negrura.

Fija la mirada ausente,
huérfanos de toda amargura,
incorpóreos transitan
quienes sin pasión gravitan
y amortizan desencantos.

Y mientras los parques imitan
alegorías de camposantos,
en esta ciudad de espantos
y sentimientos dormidos,
aún queda un alma que llora...

"El asceta"

(fotografia pendiente de configurar)


Asoma por el páramo desnudo
la opaca claridad del día
cuando el asceta desde su nicho
saluda a un nuevo amanecer sin sol.

Su cuerpo enjuto se alza
entre nieblas de grises cenizas
de una lumbre que agoniza
mientras da comienzo su oración.

¡Dios, que me hiciste esclavo
de esta carne pecadora!...
¡Dios, aleja de mí el engaño!
¡Líbrame de la tentación!

Suena un tronar poderoso
que el anacoreta interpreta
y alzando en su mano el flagelo
se disciplina en mortificación.

¡Mundo de insensatos placeres!...
¡Debilidad humana!... ¡Corrupción!...
exclama, y ciñe más su cilicio
para alcanzar mejor el perdón.

¡No mas lujurias carnales!
gime crispando los ojos,
mientras en su piel polvorienta
aplica la brasa de un rojo tizón.

¡Gula, que embotais los sentidos!...
¡Apetitos nefastos que alejais de Dios!...
y estruja así su último guisante
culpable simbólico de su perdición.

Y para nunca olvidar el destino
de su mísera y mortal condición
abraza ahora la pulida calavera
siempre omnipresente en su rincón.

¡Y más tierra en los cabellos!...
¡Y más azotes en los costillares!...
¡Y más las rodillas descarnadas!...
Así, hasta la puesta del sol...

Y como siempre, al fin del día aparece
la misma señal sin excepción:
¡Un Dios incomprendido llora,
y llueven lágrimas de compasión!

"Claustrum"

"Tras miles de años dormido,
trompetas que llaman al despertar.
Estridentes metales
que pronto se mezclan fuera
con un clamor sordo de gentes alborozadas.
Y entre el tumulto,
poco a poco voy percibiendo otras voces
a mi alrededor, más próximas y apagadas.
A mis lados, arriba y abajo...
gritos de alarma, sollozos...
golpes y patadas contra tablas.
Y yo, que también quiero incorporarme
a la muchedumbre, no lo consigo...
En la oscuridad, mi espacio
mortal es angosto. El aire apesta...
Intento levantarme y no puedo.
Y mis dedos se van quedando sin uñas
entre jirones sangrientos de seda y gasas.
Lamentos y maldiciones cerca de mi
que no cesan...
Fuera, un toque. Todos callan...
Una voz cristalina dice algo que no entiendo.
La voz sube de tono y el griterío estalla.
Rompen de nuevo las trompetas
con sones de marcha.
El gentío se aleja cantando aleluyas.
Las voces se apagan...
Y yo, crispadas las manos como garras,
lanzo al fin un alarido infinito
en coro de otros que, ahogados,
arriba, abajo, a los lados
y a mis espaldas claman.
Tras horas, se van quebrando las gargantas.
Al costado, unos débiles gemidos
de alguien que llama a un ser querido
sin esperanza.
Luego, suspiros...
Silencios suspensivos...
Silencio final.
Y después, ya nada..."

"El último viaje"

"¿Porqué estas siluetas calladas?
¿Porqué tan sombrio el momento?
Pues... ¿No debiera ser gozoso
el retorno con los nuestros?
¿No hay un hogar esperando
el fruto de tantos esfuerzos?
¿No es esto acaso un volver...?
Pues ¡Qué es entonces esto...!
¿Porqué estas aves que rondan
prediciendo tan malos agüeros...?

***
"¡Hay!, ¡Maldita negrura!,
que es ahora cuando advierto
que sois compañeros de un viaje
con destino mas que incierto...
Que no hay mas vida en esos ojos
que en las cuencas de los muertos.
Que teneís mudas las gargantas,
rotas de tantos lamentos...
Y esas luces... que no son lumbres,
sino fulgores del averno.
***
Y en esta laguna Estigia
de apagados chapoteos,
de corrompidas e impuras riberas
resacas de tantos tormentos,
de murmullos de temor que apremian
a despertar de este mal sueño,
¡No me acerqueís más a esa orilla,
al inexorable suplicio, ciego...!

¡Aleja de mi tus remos, Caronte,
que hoy no has de ser tú mi barquero!."
(Horace)