domingo, 12 de febrero de 2012

"El último reducto"

"Sombras de duelo...

Miserable añil, que en noche invernal
robas los bronces merecidos
de un ocaso sereno.
Podrás confundirte en su calma;
y aún fiar, conjurado con la brisa,
en la paulatina helada
que insidiósamente depositas
sobre sus desgastados sueños.

Pero, observa y atiende...

Que aún alberga en crisol vigoroso
fuegos de hombría,
destellos de irreductible coraje
con que abatir a las huestes espectrales
que amenazantes emergen
desde la negrura de tu cieno.

Escucha y repara...

Acaso puedas percibir en su orilla
el tintineo de la fragua avivada,
el apresto de los filos,
o el apagado bruñir de la coraza
tantas veces vulnerada.

Y, guárdate...

si aún crees que la senectud derrota,
es que nunca supiste
de la llama que por siempre habita
el santuario de un guerrero... "

martes, 2 de febrero de 2010

"...ad perpetuum"

(fotografía en curso)

"El estanque se está vaciando,
irremediáblemente...
Y los peces naranja que aún quedan
cumplen precisos con su rito ciego
y con fría emoción fecundan
a las mariposas en celo.

Una de ellas, de vivos colores,
revolotea impoluta
dentro de la sombría mansión
decadente y vacía.
Y entonces...,
soy yo, quien siente
el desesperado impulso
de entregarse al amor...

Al despertar,
ya ha caído la tarde,
y un polvo nacarado
flota en el aire...
"

miércoles, 4 de noviembre de 2009

"Seis palmos de tierra"


"Pronto se irá la luz,
y tú sigues allí...,
aguardando la comitiva
que nunca llega...

Llueve...
y tú, mitigando la espera,
apoyas de nuevo la frente
en la mojada corteza del tronco
tras el que ocultas tu pena.

Luego, sí...
A lo lejos se escucha
murmullo apagado de gentes
y rumores de pasos sobre las piedras.

¡Ya se dibuja el cortejo en la loma.
Grises los cielos del fondo
tras de las siluetas negras!

¡La llevan a ella!...
¡En hombros!...
Vestida de raso blanco,
dentro de su caja de brea...

Y detrás, con dolor fingido
y recibiendo cumplidos consuelos,
aquel que consumió sus abriles,
¡Aquel que no supo quererla!...

Y tú sigues allí...,
escondido, a lo lejos;
mientras la lluvia cala tus huesos
y tu alma roba la escena.

Porque ellos, al poco se irán...;
y tú quedarás sólo, por fin,
con ella...

Y en ese santo lugar
donde el tiempo se congela,
en frío lecho de barro,
tendido sobre las flores muertas,
ya no habrán más distancias eternas
entre tu suerte y la suya...
¡Apenas un contenido gemido!...
¡Apenas seis palmos de tierra!..."

lunes, 26 de octubre de 2009

"Reflejos"

"Reflejos engañosos
se ofrecen
a la conciencia dormida...
¡Mundo de pesadilla y
de eternas brumas,
dónde el sol
siempre se oculta
en permanente ocaso!
Donde el horizonte,
apenas presentido,
vagamente se esfuma
en mi retina...
Y tú...,
alma blanca
que te extravías
en estos páramos
de silencios
sin vida...
¿Qué buscas en mis sueños?
¡Tus albas plumas
serviran, pues, de tálamo
para mi agonía!
¡Sal de mi epitáfio!
¡Vete!...
¡Huye,
ahora que es tiempo
y antes de que éste
se escriba!..."

viernes, 23 de octubre de 2009

"Octubre"

En octubre hizo un año
que cargaba en su alma la pena.
Ni una noticia,
ni un solo pálpito
se deslizó tras su llanto
callado, en la arena.

Llegaba todas las tardes
a la triste caída del sol en poniente.
Los ojos perdidos,
hundidos los pies
en la espuma, testigo
de su mirada ausente.

Y allá, hacia el mismo horizonte
que un día aciago se llevó su vida,
serenos los pasos,
sonrisa tranquila,
se fue en silencio, una tarde de octubre,
tras su esperanza perdida...

"La ronda de los amantes"

Frías lágrimas incesantes
anegan la tierra mojada
bajo luminarias mortecinas
en cuyas candentes vitrinas
los suspiros se evaporan.

Espíritus en cuyas rutinas
ninguna traicion deploran,
recitan el amor perdido
que en el tiempo detenido
repiten hora tras hora.

Cada juramento incumplido
tras promesa aduladora
con ritual penitente
en un eco delicuescente
confiesan en la negrura.

Fija la mirada ausente,
huérfanos de toda amargura,
incorpóreos transitan
quienes sin pasión gravitan
y amortizan desencantos.

Y mientras los parques imitan
alegorías de camposantos,
en esta ciudad de espantos
y sentimientos dormidos,
aún queda un alma que llora...

"El asceta"

(fotografia pendiente de configurar)


Asoma por el páramo desnudo
la opaca claridad del día
cuando el asceta desde su nicho
saluda a un nuevo amanecer sin sol.

Su cuerpo enjuto se alza
entre nieblas de grises cenizas
de una lumbre que agoniza
mientras da comienzo su oración.

¡Dios, que me hiciste esclavo
de esta carne pecadora!...
¡Dios, aleja de mí el engaño!
¡Líbrame de la tentación!

Suena un tronar poderoso
que el anacoreta interpreta
y alzando en su mano el flagelo
se disciplina en mortificación.

¡Mundo de insensatos placeres!...
¡Debilidad humana!... ¡Corrupción!...
exclama, y ciñe más su cilicio
para alcanzar mejor el perdón.

¡No mas lujurias carnales!
gime crispando los ojos,
mientras en su piel polvorienta
aplica la brasa de un rojo tizón.

¡Gula, que embotais los sentidos!...
¡Apetitos nefastos que alejais de Dios!...
y estruja así su último guisante
culpable simbólico de su perdición.

Y para nunca olvidar el destino
de su mísera y mortal condición
abraza ahora la pulida calavera
siempre omnipresente en su rincón.

¡Y más tierra en los cabellos!...
¡Y más azotes en los costillares!...
¡Y más las rodillas descarnadas!...
Así, hasta la puesta del sol...

Y como siempre, al fin del día aparece
la misma señal sin excepción:
¡Un Dios incomprendido llora,
y llueven lágrimas de compasión!